sábado, 29 de mayo de 2010

¡A clase!

Finalmente tuve que sacudirme la paj…digo la pereza y sentarme a escribir de una vez por todas ya que no quería defraudar a los cientos de miles de lectores que nos siguen a lo largo del mundo.

Aprovecho la oportunidad para agradecer las cartas que nos mandan, en especial una muy simpática enviada por Carlos reo nº 23564 de la cárcel de Caseros que prometió no descansar hasta encontrarme y presentarme a todos sus compañeros de celda en un lugar llamado Callejón Oscuro. Gracias Charles! y nos veremos en 23 años cuando termines tu condena.

Por razones legales relacionadas con un incidente en la casa rosada no se me permite escribir sobre nuestro bienamado poder ejecutivo por lo que el tema de hoy será algo mucho, pero mucho más interesante…NOT (cita a la mega película: Borat)

He aquí el relato de un amigo de un amigo de la mina que se comía el portero del prim… no, el amigo de un amigo del flaco que se comía el porte… bueno un relato.

-[ Permítanme contarles de mi primer día en la facultad. Allí estaba yo soñando que combatía el crimen lado a lado con el hombre araña cuando ese sonidito de mierda que tanto odiamos nos saca de Fantasy World y nos trae de vuelta al mundo real, mas bien nos ata de los pies a una mula en celo y nos arrastra a través de cardos venenosos si es que existen. Luego del quinto manotazo logré callar al despertador y conseguí levantarme pensando que iba a ser un gran día. Cuanto me equivocaba...

Lo primero por hacer era subir al colectivo que me llevaría a la institución. Si, ya se lo que piensan: que tan difícil puede ser? o como carajo terminé en esta página? Bueno el problema es el siguiente, los bondis van tan llenos de gente que hay paradas en las cuales ni siquiera frenan con lo que al sexto 160 que nos pasa de largo tenemos los huevos por el piso y nos acordamos de cada una de las madres de sus respectivos conductores. Y eso fue precisamente lo que pasó. Cuando se perfilaba el séptimo y previendo que esto no se repitiera otra vez, un inconsciente se paró en medio de la calle con los brazos extendidos cual Rose en Titanic y gritó “HIJO DE MIL PUTA FRENÁ POR QUE TE PINCHO LAS GOMAS”, justo cuando termine de pronunciar esas palabras caí en la cuenta de que el que manejaba era en realidad una mujer (oops) quien, reprimiendo las ganas de pasarme por arriba, consigue detener la enorme máquina a tiempo. Agradeciendo no haber mojado los pantalones demasiado, ignore la fila que se había formado y me subí, aunque de todas formas los demás prefirieron esperar al próximo colectivo antes que subirse con semejante personaje (babosos).

Una vez arriba la mujer al volante me miró con su mejor cara de orto y yo sin poder desviar la vista de sus grandes atributos y como caballero que soy intenté disculparme al tiempo que pensaba: “ehm… sobre lo de recién (dios que grandes son) yo me refería a las gomas de caucho (las suyas no son normales, pueden matar a alguien!) aunque no haga falta que lo aclare, osea, no es que crea que se puedan pinchar (apuesto a que si) ni nada parecido (con esas cosas no le hacen falta los brazos para manejar, mis mas sinceras disculpas) QUE PAR DE TETAS!, COMO HACE PARA CAMINAR CON SEMEJANT… … (mierda) 1,25 por favor”.

La expresión en la cara de esa mujer no dejaba lugar a más comentarios así que me apresure a sacar mis moneditas y a introducirlas en la máquina.

En estos viajes cuesta trabajo conseguir asiento pero luego de un breve forcejeo conseguí heroicamente hacerme de uno, mi contrincante probó ser un duro adversario a pesar de sus once añitos. La pelea inspiró a los demás pasajeros a decir cosas como “que mierda de persona” o “habría que partirle la cara a palazos” lo que a decir verdad me pareció un poco excesivo y me hizo decir “¿no les da vergüenza desearle semejantes cosas a una cría de 11 años? ¡Que caraduras! la gente ya no respeta nada” dicho esto me dirigí al niño y le guiñe un ojo “de nada chiquitín”. Mis palabras tuvieron el efecto que esperaba en la multitud que enmudeció al instante, lo que no esperaba es que un pasajero se abalanzase sobre mi al grito de TO WAR! Teniendo los reflejos de una codorniz saque mi spray pimienta y se lo vacié en la cara defendiendo así mi integridad física. Algunos dirán que eso no fue lo que pasó, dirán que en realidad rompí a llorar y rogué por mi vida pero esas son absurdos rumores y puras falacias que no hay razón para creer.

De vuelta a mi apasionante relato debo decir que el viaje continuó sin mayores dificultades, esto si no contamos el momento en que la más adorable viejecita subió al colectivo con la ayuda de unos amables transeúntes que pasaban por allí.

Habiendo comprado su boleto la señora se incorporó con dificultad y buscó el asiento más cercano, que casualmente resulto ser el mió. Intenté hacerme el boludo lo mejor que pude fijando la vista en la ventana y tosiendo cada vez que sentía la señora se proponía a hablarme. Como era de esperar el energúmeno que me había atacado hace unos instantes decidió entrometerse:

Llámese Eduardo: Che flaco le podes dejar el lugar a la señora?

A lo que yo contesté: Ah, veo que volvés por más.

Edu claramente sorprendido: Que vuelvo por mas? De qué estas hablando?

Myself: Pero vos nunca aprendes la lección no?

Eduard: Pero...que lecc?… tenes mierda en la cabeza vos? Escuchame hacete un favor a vos mismo y tomatelas antes de que pierda la paciencia.

Una agrandada versión de mi: Pero no me hagas perder vos la paciencia pantriste, agradece que estoy corto de tiempo por que sino…

Angry Eduard levantando los puños amenazadoramente: Sino que haber?

Yo intentando arreglar el kilombo en el que me había metido: Ehm… nada sino nos quedábamos charlando de la vida y mechabamos uno acá todo pioola.

Edhuardinho Gaúcho: Si, ya me parecía. Ahora fora do aquí.

Con la cabeza gacha me retire al fondo donde me recosté en el piso en posición fetal hasta el fin del recorrido, momento en que mi amiga Meteora me insinuó que si le seguía ensuciando el piso iba a pasar los próximos 10 años de mi vida comiendo con pajita. Teniendo eso en mente baje volando del colectivo y me preparé para el resto del día en la Universidad. ]-

No se pierdan la continuación del relato a la misma hora por el mismo canal. Si esta parte les gustó, la próxima les va a encantar. Si no les gustó, la próxima seguramente tampoco les guste así que perdieron su tiempo =)

Chipi

domingo, 10 de mayo de 2009

Cómo romper el clima, página 11, versículos del 14 al 23.

Momento cúlmine. Se define el caso del año, el triple asesinato por fin está por ser esclarecido. Todo el mundo (sí, hay prensa internacional y todo) está conteniendo la respiración para que se de a conocer tan esperada noticia. ¿Prevalecerá la justicia o triunfará la corrupción? En este instante se juega la vida o muerte (encarcelamiento o prisión domiciliaria en este caso) de una persona, y las familias de los damnificados aguardan para romper el tan alargado luto. Un silencio sepulcral cruza la sala, se pueden oír los latidos de los corazones, las respiraciones de los más nerviosos. Nos introducimos en la corte para llegar a la fuente, para ser testigos de tan importante momento:

Juez: En este caso, el acusado tiene derecho a pedir que se le posponga la pena por falta de prue…”
Chico colgado que se cree en una película hollywoodense: ¡OBJECIÓN!
Juez entre sorprendido y molesto- Señor, le pido que se controle, el público no puede participar de las sesiones, sólo se permiten oyentes.
Robert De Niro argentino: Por el poder que me otorga el estado de California, exijo que se me consulte antes de hacer la moción.
Juez totalmente indignado: Pero qué se cree usted, ni siquiera sabe de lo que está hablando. Ese vocabulario no existe, y lo que acaba de decir no tiene sentido, dejando de lado que en el penal de Colegiales dudo que el estado de California tenga alguna autoridad sobre la materia. Seguridad por favor, retírenlo.
Di Caprio colgando de los brazos de los patovicas al son de: ¡Podrán matar a un hombre, pero jamás a sus ideas! Hoy me encarcelan a mí, pero muero mártir…

---------------------------------------------------------------------------------

Marcha nupcial sonando de fondo, palomillas blancas surcando los celestes cielos otoñales, la elegancia está hecha persona en el recinto. No hay mujer que no tenga que retocar su maquillaje debido a las lágrimas; también encontramos algunos “afrancesados” enjugando las saladas gotas de sus ruborizados pómulos.
Se vislumbra la novia traspasando el portal de la casa del señor, blanca toda, acompañada del ser que la vio crecer. Ha aceptado entregar la mano de su hija viendo el amor que se profesa con su inminente marido, empresario famoso, amante bondadoso.
Llegan al altar, las miradas se cruzan tiernas y refulgentes a través del velo. El pretendiente recibe a su dama de la mano de su procreador, simbolizando la entrega de su más preciado bien, repitiendo un ritual milenario. Dos familias aguardan el momento en que se unirán a través del sagrado matrimonio; centenares de amigos aguardan tan merecida demostración de felicidad y amor.
Aquí viene la tan gastada escena de toda película romántica. Espero que se sepan los parlamentos porque las palabras del sacerdote me han quedado bastante imprecisas, pero creo que todos me comprenderán en lo que trato de plasmar:

Ministro de la eucaristía, serio en su túnica: Pablo, ¿promete amar y respetar a Juliana tanto en la salud como en la enfermedad, en la fortuna como en la ruina, bla bla bla?
Pablo, con convicción: Sí, acepto.
Ministro de la eucaristía, cansado de repetir siempre la misma fórmula: María, ¿aceptas como esposo a Pablo, comprometiéndote a acompañarlo en la adversidad como en…?
María, llorando de felicidad: Sí, acepto.
Ministro, aliviado y conmovido: Habiendo dado y recibido los votos de compromiso, y gracias a la autoridad que me confiere el Santo Evangelio, ahora los declaro marido y mujer.
María y Pablo están a punto de besarse, pero…
¡YO ME OPONGO!
Las cabezas todas giran para comprobar lo que todos piensan que fue su imaginación, pero ahí lo ven, parado sobre el último banco, con la cara absolutamente desencajada y vestido como si hubiese acabado de terminar un partido de tenis de mesa a 5 sets.
Ministro, María, Pablo y varias voces más: ¿Pero quién carajo sos vos, flaco?
Nuestro misterioso rompebodas: Soy su peor pesadilla, muajajaja (risa tenebrosa)
Novios con cara de pocos amigos: Pero dejate de joder infeliz, ni siquiera te conocemos y venís acá a arruinarnos el día más feliz de nuestras vidas. ¡Comprate una vida!
Nuestro superhéroe (¿?): No voy a permitir esta sacra unión hasta que no se me den las explicaciones que vengo a buscar.
Toda la iglesia: ¿Y qué se supone que venís a buscar, tarado?
Señor inoportuno: Hasta que no venga la parte de “que hable ahora o calle para siempre”, yo me niego a hacer declaraciones (se cruza de brazos como empacado)
Público impaciente: Bueeeeeno, nos podemos ir retirando que hay una fiesta que empezar, dejemos a este loquito con su momento de fama y vayámonos elegantemente disimulados.
Intruso desilusionado: Okei, okei, les cuento, no se impacienten. Pausa de suspenso. Yo soy el verdadero amor de Julieta (¿no se llamaba María?) y no voy a permitir que nuestra historia se interrumpa.
Novia ultrajada: Llamen a la policía, no lo conozco y me da miedo.
Galán de cine: Amor mío, lo nuestro es algo que trasciende las fronteras, no puedes negar lo que tuvimos, el fuego aún sigue ardiendo (acento de telenovela venezolana).
Fuerzas especiales irrumpen en el lugar
El colgado: ¡Muchachos, a él! (señalando al novio). Quiero recuperar lo que me pertenece.

Creo que ni siquiera hace falta contarles el final. Nuestro tan poco ponderado personaje es atacado fieramente por sendos oficiales de las fuerzas armadas, al son de los “toc toc” de las picanas al chocar contra sus huesos, y de las botas de los invitados a la boda saliendo festivamente de la Iglesia, encaminándose lentamente en una procesión a la tan ansiada fiesta.
En un estado de semi-inconsciencia y un poco más morado que de costumbre, es arrojado en la vía pública con la advertencia de que tenga buena conducta o sería arrestado. Cuando cualquiera se hubiera dado cuenta de que era momento de agradecer, agachar cabeza y marchar rengueando hasta nuestra morada, con toda nuestra humillación a cuestas, este raro espécimen decide hacer una última jugada, solo él sabe con qué propósito.
Chico X: Oficiaaaaaaal (guiñando un ojo sospechosamente)
Oficial sin poder creer la estupidez del muchacho: ¿Qué sucede, mi buen hombre?
Muchachote: Creo que no empezamos de la mejor manera, ¿no aceptaría mis humildes disculpas? (Al mismo tiempo saca de su bolsillo una billetera gastada y la abre insinuantemente, dejando entrever algunos billetes chicos)
Oficial, no pudiendo creer lo que iba a ocurrir: ¿Me estás tratando de sobornar?
Bond, James Bond: Eso lo decidís vos, después de oler a mi amigo billetín (restregándole un Mitre vaya uno a saber por qué estaba mojado, por las fosas nasales)
La persona más cansada del mundo: Bastaaaaaa, llévenlo muchachos, no se merece estar en la calle molestando a nadie más.
Reo político: Podrán encerrarme a mí, cortar mis cuerdas vocales, desgarrarme las piernas hasta hacerme llorar y hasta tirarme en un foso con leones para ser devorado lentamente, pero jamás, repito jamás me podrán sacar la verdad de adentro. No voy a delatar a nadie, ya les dije que fue un ataque terrorista y moriré con esa información.
Cabo Gómez: Mejor llevalo al psicólogo que este tarado está o totalmente colocado o tiene serios problemas que yo no pienso aguantar.

Renny

domingo, 9 de noviembre de 2008

Entrevista de trabajo

El otro día en una clase de Educación para la Salud, si si, leyeron bien, Educación para la Salud es una materia y, como si esto fuera poco, la tengo abajo. En fin, retomando, en una clase de susodicha materia, la persona a la que vamos a llamar “maestra” para tenerle un poco de compasión, relataba la siguiente experiencia personal, muy apasionante por cierto:
El otro día, el feriado, me fui a donar sangre… (¡Pero qué manera de divertirte ché, que original! O debo decir, ¿masoquista?). Perdonen mis intromisiones, no quiero subjetivar el relato con apreciaciones propias, pero me supera.

Continuando con su relato

… y me hicieron las preguntas de rigor a ver si entraba en el rango de donantes ¡qué loco chicos, no?
Y en lugar de darnos los datos interesantes como podrían llegar a ser su edad, para ver lo cuán vaqueteada está, o si porta alguna enfermedad venérea, o si ha estado en la cárcel, o si ha tenido sexo, o si ha tenido sexo en la cárcel, por ejemplo, nos contó lo clásico, lo que ya todos sabemos.
¡Aburriiiiiiiiiiiido! Ustedes mis queridos amigos, se preguntarán a qué nos lleva todo esto. Pues simplemente me da pie, y me hizo recordar, la historia totalmente verídica que a continuación les voy a contar, procedente de una fuente absolutamente confiable que lamentablemente ya no lo tenemos entre nosotros:

Su querido escritor e interlocutor: Poncho, ¡pero qué bien se te ve! A propósito, ¿qué es esa cicatriz en forma de diente de tiburón que tenés en la pantorrilla izquierda?
Si, el muy grasa tenía pescadores.
Fuente absolutamente confiable:
No sabés Renny, el otro día fui a una entrevista de trabajo ahí en Villa Caraza, al fin una chance para conseguir laburo después de tanto, ¿no? Y bueno, ahora te cuento como me fue.
Yo, con cara de “para qué carajo le habré preguntado, ahora me tengo que comer sus delirios de grandeza porque lo contrataron de barrendero”: ¿Ah, si? Pero mirá que copado eh, por fin se te dio, no podía ser que un tipo tan capaz como vos estuviese sin trabajar, ¡es un desperdicio! (¡mentira mentira mentira mentira!).
Poncho:
Resulta que llegué a la oficina de un tipo que buscaba gente que me pasó un contacto, totalmente empilchado para la ocasión, pero me pasó algo rarísimo.
Renny: ¿Posta? ¡No te la creo! (Sí, pensaba que era todo verso, ¿y qué?)

Relato de Poncho:

Empleador: Y dígame señor Ramírez, ¿qué experiencia de trabajo previo tiene usted?
Señor Ramírez: Dígame Poncho, señor…
Nuevo señor Smith: Smith.
Señor Ramírez: Bueno mi querido señor Esmit (buena pronunciación el guacho) tengo varios trabajos previos de la mayor envergadura y trascendencia que se pueda imaginar, pero no quiero aburrirlo con tantos datos y trayectoria, así que ¿por qué no pasamos a lo que nos compete, y vamos al grano?
Sorprendido señor Smith: Como guste, ahora le voy a hacer las preguntas de rigor, no es para que se sienta incómodo ni mucho menos.
Poncho todo confiaaaaado: Shoot baby. ¿Ve? Aparte manejo el inglés como mi primera lengua.
Entrevistador: Señor Ramírez, ¿es usted donante de órganos?
Poncho: Nup.
Entrevistador de nuevo: ¿Tiene algún vicio reconocido, o por descubrir?
Poncho un tanto incómodo: Bueeee, quien no se va de putas una vez por semana no es hombre, ¿no?
Entrevistador aturdido por la honestidad:
Poncho sumamente intimidado: ¿¡No?!
Mr. Smith: Prosigamos por favor. ¿Familia?
El Poncho, nuevamente en su salsa: Bueno, así como quien dice familia familia, no. Pero a algunas de las chicas de los jueves a la noche en los bosques de Palermo les paso unos pesos para que mantengan al pibe, y alguna que otra vez he llevado al niño al cabarulo para iniciarlo, como todo padre debe hacer.
Mr. Anderson, quiero decir, Mr. Smith: ¿Grupo sanguíneo?
Señor Ramírez con la musiquita de fondo: ¡RH positivo!
Inquisidor: ¿Es usted sangre pura?
Ponchiño: Nno entiendo bien, ¿a qué se refiere?
El Maradona de la entrevista: No tiene importancia, ¿es usted hijo de muggles?
Ponchin: ¿Qué caraj...? Disculpe, ¿hijo de qué?
Dueño de la oficina: ¿Tatuajes?
El otra vez relajado Ramírez: Por fin una que entiendo. Hummm sí, tengo uno en la…
Desencajado preguntante: Mostrame la marca, ¿la sentiste últimamente? Creo que se está preparando, ¡el Innombrable va a volver!
Perplejo: ¿Marca de qué, man? Tengo el escudo de Laferrere en la clavícula, pero me alegro de que vuelva aquel temible goleador del ’79, “el Innombrable”. Lo único, ¿no estará un poco viejo?
El entrevistador, poniéndose de pie y sacando una varita de debajo de la túnica verde escarlata, invocando el nombre de Slytherin en lengua párcel: ¿Puedes invocar un Patronus Corpóreo? Porque es lo que necesitarás para salvarte. ¡Dementores, a él!
Wizard Poncho: ¡Nooo por favor! ¡Juro que yo no robé los caramelos que había en el escritorio cuando entré a esta oficina! ¿Pero qué es todo este frío, y esa sensación de vacío?, ¡es como si no tuviera alma!

Ahí terminó la vida de nuestra indirecta fuente. El relato nos llegó a través del Pensadero de Dumbledore, amablemente acercado al blog por un leedor ansioso por plasmar en palabras esta loca historia, que él no se sentía capaz de hacerlo y que consideró a nuestro espacio como el lugar indicado para hacerlo.

Renny

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Cómo lidiar con los cabezas

¿Qué mejor ocasión para divagar sobre diversos temas que en una dinámica clase de literatura? Hoy se me dio por analizar las diversas tácticas y maniobras evasivas que se utilizan si somos cobardemente atacados por lo que la gente normal y yo llamamos “cabezas”. Sin más preámbulos (es mío Renny!) aquí les presento lo que yo considero útil saber a la hora de enfrentarnos con estos asaltantes/homo erectus/guachines.

El primer paso evitar ser robados es lógicamente no darles la oportunidad de que lo hagan. Para eso es necesario saber reconocerlos lo que no resulta muy difícil: gorrita, joggin de la salada y zapatillas más caras que el celular que pretenden afanarte.
Muchas veces hemos escuchado “los cartoneros no te hacen nada”… ÉSTA que no hacen nada, o sino pregúntenle al infeliz que ahora tiene mi inhalador. Debe haber pensado que era paco el muy forro.
En fin, la realidad es que están todos mezclados y cuando por fin los fichamos podemos pasar a intentar esquivarlos:

Algunos ingenuos utilizan la famosa manobra del zig-zag pensando que el bamboleo de lado a lado sobre la cuadra los puede llegar a despistar. NO FUNCIONA, no son tan tarados… a lo sumo el asaltante puede pensar que somos mentalmente retrasados pero igual nos va a alcanzar y nos va a sacar todo .
Los más osados incluso llegan a intentar la denominada “hacerse el muerto”. Funciona con los osos ¿por qué no funcionaría con ellos también? Desafortunadamente esta táctica tampoco cumple con su cometido, probablemente… no, seguramente se ría un poco de lo fácil que este nabo le resultó y nosotros nos vayamos con nada más que una porción de excremento sobre el cual caímos cuando hacíamos nuestra pantomima.
No, lo más eficaz es siempre el pique corto. Al instante mismo que sentimos invaden nuestro espacio personal tiramos la patada circular y echamos a correr sin mirar atrás por miedo a descubrir un pobre transeúnte tirado en el suelo maldiciéndose a si mismo por haber querido averiguar la hora. Que se joda por haberse acercado con una sonrisa amigable que en un paranoico puede interpretarse como “mmm que rico estas! Déjame darte una probadita”. Pedófilo de mierda acá no.
Ahora, supongamos que por algún extraño motivo nuestros intentos de evadirlo no funcionan. Entonces cagamos y nuestros pensamientos se suceden en el siguiente orden: uhh me fichó el negro la puta madre--me va a afanar--¿corro?--naa me mata la paja--I’m so screwd--¿Cuál es la onda con usar todo el tiempo al gorrita?--encima tengo el celular--les queda para el orto, ni siquiera hay sol, aparte si fuera una buena gorra bueno…¿será mus desubicado preguntarle? Me acuerdo esa vez que el tío…
Cabeza: -É amigo quedate quieto y dame todo o te volvés en una ambulancia-
Acto seguido le dedicamos nuestra mejor cara de orto por haber interrumpido tan importante reflexión y a partir de ahí podemos proceder de distintas maneras:

Intentamos hablar su dialecto (hablando la gente se entiende): -É amigo, guacho no t pongá la gorra guachin si vó y yo somo del palo guato. Vamo a fumarno un paco guacho, GUACHINN- Acompañamos nuestras palabras con un guiño de ojo cómplice. Lamento decir que esta prometedora maniobra no es recomendable ya que ahora el “amigo” no solo quiere robarnos sino también pegarnos 16 tiros en la cabeza. Automáticamente nos damos cuenta que llegó la hora de defender nuestro honor como hombres/mujeres/kriptonianos que somos… ¡Por favor no me mates te lo suplico tengo a mi mujer esperando en casa (mentira), soy simplemente una rata miserable en esta sociedad desvalorizada! No vale la pena que maches tu preciosa faca con mi sangre! Es muy importante que nuestra actuación sea más convincente que la de Facu Arana en Padre Coraje… aunque debo confesarles que esto tampoco suele tener éxito por el simple motivo que les chupa un huevo nuestra vida.
La manera mas madura y sensata de actuar es darle todo y retirarse con toda la calentura o bien hacerse el boludo y decir que ya nos afanaron unas cuadras atrás y que no tenemos nada para darle. Si se lo traga lo que hacemos es despedirnos cordialmente, alejarnos hasta alcanzar una distancia prudente y entonces…
-¡Bueena pelotudo tenía 100 mangos y el celular y no te diste cuenta infeliz!... uh encaró para acá la puta madre, me va a mataar corre boludoo-. Cual gacela saltando por su vida nos lanzamos a correr sin dirección alguna, lo único y fundamental es alejarse del individuo furioso que nos persigue.
La parte divertida es que generalmente deciden que no valemos la pena y se detienen para enfocarse en una nueva víctima y cuando eso sucede… -Dale cagón plantate, recatate si tenés huevos ¡GIL! ¿no te la bancas?¿soy demasiado para vos? ¡CAGÓN!…¡CAGOOOOOON!- Por supuesto que entonamos esta melodía al tiempo que retrocedemos con cautela porque en cualquier momento… sip, con los ojos inyectados en sangre y echando espuma por la boca el asaltante con aspiraciones de asesino reanuda la persecución y ahora no se detendrá hasta danzar sobre nuestro cadáver sin vida. Así que procuren que no los alcance :)

Chipi

domingo, 17 de agosto de 2008

Palabras más, palabras menos.-

En cuanto a este nuevo post, buscamos darle un nuevo giro al target de nuestro blog. En esta ocasión, nos ponemos un tanto reflexivos, y hasta podemos llegar a pasar por románticos o sensibles, en el mejor de los casos, y por homosexuales/afrancesados en lo que pensamos que va a ser la mayoría. Pero sin más preámbulo, les damos la bienvenida, esperamos que os guste, al nuevo post, que hemos decidido llamar: "Palabras más, palabras menos." Les agradeceríamos que dejen comentarios opinando acerca del nuevo rumbo que tomó el humilde espacio que poseemos en la net, para saber si les gusta, o si debemos volver a lo anterior, o si podemos seguir innovando. Muchas gracias y salute.

Allí estaban. Mirándose fijamente a los ojos, viendo solamente la expresión del alma. El mundo que los rodeaba ya no existía. Eran solo ellos dos. Los sonidos habían dejado de llegarles, las razones que alguna vez habían sido válidas estaban llenas de cuestionamientos. En ese momento todo su entrenamiento especial dejaba de tener validez, puesto que nada ni nadie los había preparado para una situación semejante.
Vestidos con harapos, malolientes y adoloridos, buscaban en sus mentes una explicación lógica a lo que ocurría, y en sus corazones una respuesta a esta aparición. Todavía no conseguían darle crédito a lo que sus ojos veían, y preferían atribuírselo al cansancio o a las alucinaciones provocadas por los hedores que emanaban de sus alrededores. Pero no. Esa era la realidad, y nada de lo que hiciesen podría cambiarla. Debían tomar una decisión: dejar de lado los sentimientos y los recuerdos y actuar como lo hubiese aprobado su entrenador; o dejarse llevar por la compasión y el remordimiento y actuar con clemencia. Ambos sabían que esta segunda opción era absurda, pero les gustaba ilusionarse con un común acuerdo. Estaban ya casi decididos a pactar, cuando su sentido común advirtióles que podía costarles muy caro.
Solo quedaba un camino, el de la frialdad. Dejar de lado todos los recuerdos, los momentos pasados que les resultaban gratificantes, puesto que no hacían más que dificultar las cosas.
Cada uno desenfundó su pistola, cada uno consciente de que era su última bala. Sabían que nadie se enteraría de lo que sucedería, ya que los cadáveres abundaban, las heridas también. Este era el horroroso saldo de una guerra, que ahora los proveía de cierta protección relativa. Nadie notaría que habían sido los últimos en permanecer con vida, y nadie sabría cómo habían actuado.
Calibraron sus armas y las levantaron a la altura del pecho al unísono, aún mirándose a los ojos. Pero ya no era desconcierto lo que en ellos se percibía, sino una extraña pero poderosa determinación; denotaban seguridad.
No se pronunció ningún discurso, ya que las formalidades no venían al caso. No hubo rendición o arrepentimiento, ya que nadie jamás lo sabría. Tan sólo un silencio cómplice, y miradas que decían más que mil palabras.
Simplemente se oyó la detonación de un arma a lo lejos –o lo que parecía un arma, pero en realidad eran dos disparadas al mismo tiempo-. Los dos cuerpos cayeron aparatosamente hacia adelante, interceptándose antes de llegar al suelo. Quedaron tendidos entre el polvo y la sangre, entrelazados en un espantoso abrazo.
La persona que los halló afirmó que habían sido dos muertes normales en un campo de batalla, donde los generales acababan con la vida de los generales, respetando así los rangos. Lo que nunca se supo fue que estos dos generales, mejores amigos de toda la vida que por una u otra razón habían quedado enfrentados en esta comprometedora situación, habían optado finalmente por la opción menos pensada. La de la lealtad y caballerosidad. Pero no lealtad a los ideales que defendían, ni a los protocolos de la guerra. Estos dos coroneles que habían debatido consigo mismo durante unos minutos, habían llegado a la misma conclusión: que no valía la pena morir o matar por simples conflictos humanos, si no que era preferible pasar al otro mundo con un recuerdo que nos engrandezca.
Así fue como las balas encontradas en los cuerpos y jamás analizadas, pertenecían cada una a la pistola del general que la portaba. Se habían suicidado en honor al recuerdo de su amistad.-

Renny

jueves, 19 de junio de 2008

Subte...pasajero o superhéroe...

Las puertas metálicas se cierran y ya no podemos escapar. Nos toca simplemente pensar en cómo soportar lo que vendrá. Tenemos varias posibilidades. Mirar fijamente a la pared y tratar de no respirar, aparentar estar escuchando música o acusar un mensajito en el celular. Algunos usan la frase cliché: “Qué loco que está el tiempo, ¿no?”, a lo que probablemente le respondan con un “Mh.. já já.. Ssse.”.

Como verán, no sólo no tengo imaginación para pensar otros temas a desarrollar, sino que tampoco me pienso dignar a crear otro principio que no haya sido utilizado anteriormente.

Retomando el comienzo, al escuchar la sirena y ver cómo el último respiro de aire puro se nos escapa por delante de nuestras maltratadas narices, sólo nos queda rogar por que se nos ocurra alguna escapatoria satisfactoria.
No es que se trate de alguna situación imposible de sobrellevar, pero si le quitásemos ese tinte melodramático, ¿ qué sería de nuestro post!

Una vez más, al cerrarse las puertas del subterráneo, tren eléctrico bajo tierra, monorraíl con rasgos de roedor, o como quieran llamarlo, nos encontramos en una inmensidad de redes que viajan por debajo de cientos de pies de la city porteña (si no sos porteños ni te gastes en leerlo porque sos re grasa). Todo lo que pase, haya pasado, o pueda llegar a pasar, queda ahí, muere, no sale, permanece enterrado para siempre.

Yendo a lo nuestro, a lo que quiero llegar con toda esta introducción totalmente innecesaria, es a brindar ciertos conejos, digo consejos, de los que ya los tenemos acostumbrados con mi compañero, para sobrellevar tan único momento.

Cuando las vías comienzan a correr debajo nuestro, y el vaivén comienza a hacerse sentir, es el momento de entrar en acción. A qué diablos se estará refiriendo este muchacho cuando habla de entrar en acción, te preguntarás mi querido lector; pues a ésta, digo a lo siguiente.

Tenemos varias cosas que hacer en ese antro subterráneo. Nuestro amplio abanico de posibilidades va desde intentar el típico hurto o “pickpocketing” para nuestro público más ilustrado. Consiste en abrir disimuladamente un paraguas (o sombrilla dependiendo del caso; es válida a partir de los 24 ºC de térmica). Valiéndose del disimulado camuflaje que este maniobrar nos proporciona, procedemos a extraer una navaja de nuestra media derecha y hacer un agujero en nuestra propia “umbrella” [¡gracias Rhiana!]. Este agujero nos permitirá llegar a los objetos de valor de nuestras víctimas sin ser notados. Total, ¿quién se va a fijar en una sombrilla, si puede ser de muchos colores mejor porque distrae, abierta en el vagón de un subte? Es de lo más común…

Nunca está demás el siempre presente y poco ponderado “apoye accidental”. La técnica es muy parecida a la que detalló Tinelli en su programa, pero hay que trasladarla del colectivo al subte, cosa que no muchos logran con efectividad. Aprovechando el traqueteo del transporte, comenzamos un sutil pero constante menear acercándonos cada vez más al objetivo. De ser posible que sea una persona del sexo opuesto, y siempre atacando desde la retaguardia, para evitar ser visto. De ser agarrado “in fraganti”, el modo de proceder es el siguiente: se mira al techo muy poco sospechosamente, y se comienza a silbar una melodía pegadiza. En el momento que logramos captar la atención de cierto número de personas circundantes, gritamos en voz audible para todos una palabra que suele causar cierto revuelo: “FUEGOOOOOOO”. Mientras cunde el pánico, que debería pasar en cuestión de segundos, tenemos que jalar del freno de emergencia, romper una ventana y saltar hacia la oscuridad de los túneles, haciéndonos amigos de los roedores que allí habitan y pasando a ser conocido como “El hombre rata, justiciero de las alcantarillas”.

Renny

viernes, 6 de junio de 2008

El ascensor

Las puertas metálicas se cierran y ya no podemos escapar. Nos toca simplemente pensar en cómo soportar lo que vendrá. Tenemos varias posibilidades. Mirar fijamente a la pared y tratar de no respirar, aparentar estar escuchando música o acusar un mensajito en el celular. Algunos usan la frase cliché: “Qué loco que está el tiempo, ¿no?”, a lo que probablemente le respondan con un “Mh.. já já.. Ssse.”.
La cuestión es que siempre es bastante incómodo internarse en el cubículo del ascensor acompañado por desconocidos, y recopilando diversas fuentes, hemos hecho un pequeño listado de los “tips” [que palabra glamorosa] para sobrellevar el terrible momento:
Podemos esperar al lado de la puerta hasta asegurarnos de que el ascensor no vendrá ya ocupado, y escabullirnos en la primera oportunidad que tengamos.
También cabe la posibilidad de comenzar a bailar escandalosamente al son de gritos como “¡Esta es la fusión, de cumbia y reggetón!”, lo que seguramente nos dejará en un instante con el recinto a nuestra entera disponibilidad.
Para los más audaces está la escalera, siempre y cuando nuestro estado físico nos lo permita, y arriesgándose a surcar todo tipo de ambientes infestados de basura o escalones a medio acabar.
Ni hablar del típico “¡Qué tonto que soy! Apagué la luz sin querer y cuando intentaba reencontrar el interruptor me encontré con una parte íntima de mi acompañante… [Miscuuuzzí (para vos Chipi)]. Si vamos a usar este método siempre conviene un chequeo previo para valorar si realmente vale o no la pena intentar tan atrevida maniobra.
Si lo que aman es el peligro, no deberían dejar de lado el típico “Chamuyo ascensoril”:
Chico iluso -Hola, ¿a qué piso vas… bommmboón?
Señorita asustada – Hola.
Se hace la tajante, pero todos sabemos que es para no parecer tan fácil.
Chico iluso –Bueno, parece que querés venir al mío.
Mirada insinuante
Señorita indignada – Salí, tarado. Antes que bajarme en tu piso me bajo en el sótano a llevar la basura.
Abre la puerta rápidamente y sus piernas se pierden en el pasillo. Nosotros apuntamos su número de departamento para un futuro ataque.
Si queremos aportar una actitud más amable, podemos ofrecerle un cigarrillo y fuego a nuestro querido asistente, para que nos lo nieguen acompañado con un “Acá no se puede fumar, inconsciente”.
Tal vez una mirada más infantil ayude a coactuar con el pasajero. Para eso, podemos dibujar un Ta-Te-Ti imaginario en las paredes, y para cuando nos demos vuelta, es muy probable que la persona ya haya desaparecido, o que nos despertemos 7 pisos más arriba acostados y con un intenso dolor en la nuca.
Para impresionar y entretener al desdichado viajante podemos también improvisar algunas acrobacias como ser malabares con sus artefactos, contorsionismo y trucos de magia que hagan “desaparecer” sus objetos, y de paso amortizamos las expensas.
Por qué no, también, exponer nuestras más diversas teorías sobre los temas más intrascendentes que se nos ocurran en el momento, aprovechando que la pobre víctima no podrá escapar hasta la próxima parada (siempre y cuando le permitamos descender), y nos sentiremos escuchados al menos una vez.
Y por último, y sólo como último recurso, al tiempo que atravesamos un momento crítico, y no se nos ocurre nada para salir al paso de tan desagradable situación, podemos pensar en algún artículo que se titule “Onda que” para un blog que se hace llamar “Chipi y Renny” y quedar bien con los queridos lectores y féminas del público [algo machista, pero cierto].

Renny