domingo, 9 de noviembre de 2008

Entrevista de trabajo

El otro día en una clase de Educación para la Salud, si si, leyeron bien, Educación para la Salud es una materia y, como si esto fuera poco, la tengo abajo. En fin, retomando, en una clase de susodicha materia, la persona a la que vamos a llamar “maestra” para tenerle un poco de compasión, relataba la siguiente experiencia personal, muy apasionante por cierto:
El otro día, el feriado, me fui a donar sangre… (¡Pero qué manera de divertirte ché, que original! O debo decir, ¿masoquista?). Perdonen mis intromisiones, no quiero subjetivar el relato con apreciaciones propias, pero me supera.

Continuando con su relato

… y me hicieron las preguntas de rigor a ver si entraba en el rango de donantes ¡qué loco chicos, no?
Y en lugar de darnos los datos interesantes como podrían llegar a ser su edad, para ver lo cuán vaqueteada está, o si porta alguna enfermedad venérea, o si ha estado en la cárcel, o si ha tenido sexo, o si ha tenido sexo en la cárcel, por ejemplo, nos contó lo clásico, lo que ya todos sabemos.
¡Aburriiiiiiiiiiiido! Ustedes mis queridos amigos, se preguntarán a qué nos lleva todo esto. Pues simplemente me da pie, y me hizo recordar, la historia totalmente verídica que a continuación les voy a contar, procedente de una fuente absolutamente confiable que lamentablemente ya no lo tenemos entre nosotros:

Su querido escritor e interlocutor: Poncho, ¡pero qué bien se te ve! A propósito, ¿qué es esa cicatriz en forma de diente de tiburón que tenés en la pantorrilla izquierda?
Si, el muy grasa tenía pescadores.
Fuente absolutamente confiable:
No sabés Renny, el otro día fui a una entrevista de trabajo ahí en Villa Caraza, al fin una chance para conseguir laburo después de tanto, ¿no? Y bueno, ahora te cuento como me fue.
Yo, con cara de “para qué carajo le habré preguntado, ahora me tengo que comer sus delirios de grandeza porque lo contrataron de barrendero”: ¿Ah, si? Pero mirá que copado eh, por fin se te dio, no podía ser que un tipo tan capaz como vos estuviese sin trabajar, ¡es un desperdicio! (¡mentira mentira mentira mentira!).
Poncho:
Resulta que llegué a la oficina de un tipo que buscaba gente que me pasó un contacto, totalmente empilchado para la ocasión, pero me pasó algo rarísimo.
Renny: ¿Posta? ¡No te la creo! (Sí, pensaba que era todo verso, ¿y qué?)

Relato de Poncho:

Empleador: Y dígame señor Ramírez, ¿qué experiencia de trabajo previo tiene usted?
Señor Ramírez: Dígame Poncho, señor…
Nuevo señor Smith: Smith.
Señor Ramírez: Bueno mi querido señor Esmit (buena pronunciación el guacho) tengo varios trabajos previos de la mayor envergadura y trascendencia que se pueda imaginar, pero no quiero aburrirlo con tantos datos y trayectoria, así que ¿por qué no pasamos a lo que nos compete, y vamos al grano?
Sorprendido señor Smith: Como guste, ahora le voy a hacer las preguntas de rigor, no es para que se sienta incómodo ni mucho menos.
Poncho todo confiaaaaado: Shoot baby. ¿Ve? Aparte manejo el inglés como mi primera lengua.
Entrevistador: Señor Ramírez, ¿es usted donante de órganos?
Poncho: Nup.
Entrevistador de nuevo: ¿Tiene algún vicio reconocido, o por descubrir?
Poncho un tanto incómodo: Bueeee, quien no se va de putas una vez por semana no es hombre, ¿no?
Entrevistador aturdido por la honestidad:
Poncho sumamente intimidado: ¿¡No?!
Mr. Smith: Prosigamos por favor. ¿Familia?
El Poncho, nuevamente en su salsa: Bueno, así como quien dice familia familia, no. Pero a algunas de las chicas de los jueves a la noche en los bosques de Palermo les paso unos pesos para que mantengan al pibe, y alguna que otra vez he llevado al niño al cabarulo para iniciarlo, como todo padre debe hacer.
Mr. Anderson, quiero decir, Mr. Smith: ¿Grupo sanguíneo?
Señor Ramírez con la musiquita de fondo: ¡RH positivo!
Inquisidor: ¿Es usted sangre pura?
Ponchiño: Nno entiendo bien, ¿a qué se refiere?
El Maradona de la entrevista: No tiene importancia, ¿es usted hijo de muggles?
Ponchin: ¿Qué caraj...? Disculpe, ¿hijo de qué?
Dueño de la oficina: ¿Tatuajes?
El otra vez relajado Ramírez: Por fin una que entiendo. Hummm sí, tengo uno en la…
Desencajado preguntante: Mostrame la marca, ¿la sentiste últimamente? Creo que se está preparando, ¡el Innombrable va a volver!
Perplejo: ¿Marca de qué, man? Tengo el escudo de Laferrere en la clavícula, pero me alegro de que vuelva aquel temible goleador del ’79, “el Innombrable”. Lo único, ¿no estará un poco viejo?
El entrevistador, poniéndose de pie y sacando una varita de debajo de la túnica verde escarlata, invocando el nombre de Slytherin en lengua párcel: ¿Puedes invocar un Patronus Corpóreo? Porque es lo que necesitarás para salvarte. ¡Dementores, a él!
Wizard Poncho: ¡Nooo por favor! ¡Juro que yo no robé los caramelos que había en el escritorio cuando entré a esta oficina! ¿Pero qué es todo este frío, y esa sensación de vacío?, ¡es como si no tuviera alma!

Ahí terminó la vida de nuestra indirecta fuente. El relato nos llegó a través del Pensadero de Dumbledore, amablemente acercado al blog por un leedor ansioso por plasmar en palabras esta loca historia, que él no se sentía capaz de hacerlo y que consideró a nuestro espacio como el lugar indicado para hacerlo.

Renny

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Cómo lidiar con los cabezas

¿Qué mejor ocasión para divagar sobre diversos temas que en una dinámica clase de literatura? Hoy se me dio por analizar las diversas tácticas y maniobras evasivas que se utilizan si somos cobardemente atacados por lo que la gente normal y yo llamamos “cabezas”. Sin más preámbulos (es mío Renny!) aquí les presento lo que yo considero útil saber a la hora de enfrentarnos con estos asaltantes/homo erectus/guachines.

El primer paso evitar ser robados es lógicamente no darles la oportunidad de que lo hagan. Para eso es necesario saber reconocerlos lo que no resulta muy difícil: gorrita, joggin de la salada y zapatillas más caras que el celular que pretenden afanarte.
Muchas veces hemos escuchado “los cartoneros no te hacen nada”… ÉSTA que no hacen nada, o sino pregúntenle al infeliz que ahora tiene mi inhalador. Debe haber pensado que era paco el muy forro.
En fin, la realidad es que están todos mezclados y cuando por fin los fichamos podemos pasar a intentar esquivarlos:

Algunos ingenuos utilizan la famosa manobra del zig-zag pensando que el bamboleo de lado a lado sobre la cuadra los puede llegar a despistar. NO FUNCIONA, no son tan tarados… a lo sumo el asaltante puede pensar que somos mentalmente retrasados pero igual nos va a alcanzar y nos va a sacar todo .
Los más osados incluso llegan a intentar la denominada “hacerse el muerto”. Funciona con los osos ¿por qué no funcionaría con ellos también? Desafortunadamente esta táctica tampoco cumple con su cometido, probablemente… no, seguramente se ría un poco de lo fácil que este nabo le resultó y nosotros nos vayamos con nada más que una porción de excremento sobre el cual caímos cuando hacíamos nuestra pantomima.
No, lo más eficaz es siempre el pique corto. Al instante mismo que sentimos invaden nuestro espacio personal tiramos la patada circular y echamos a correr sin mirar atrás por miedo a descubrir un pobre transeúnte tirado en el suelo maldiciéndose a si mismo por haber querido averiguar la hora. Que se joda por haberse acercado con una sonrisa amigable que en un paranoico puede interpretarse como “mmm que rico estas! Déjame darte una probadita”. Pedófilo de mierda acá no.
Ahora, supongamos que por algún extraño motivo nuestros intentos de evadirlo no funcionan. Entonces cagamos y nuestros pensamientos se suceden en el siguiente orden: uhh me fichó el negro la puta madre--me va a afanar--¿corro?--naa me mata la paja--I’m so screwd--¿Cuál es la onda con usar todo el tiempo al gorrita?--encima tengo el celular--les queda para el orto, ni siquiera hay sol, aparte si fuera una buena gorra bueno…¿será mus desubicado preguntarle? Me acuerdo esa vez que el tío…
Cabeza: -É amigo quedate quieto y dame todo o te volvés en una ambulancia-
Acto seguido le dedicamos nuestra mejor cara de orto por haber interrumpido tan importante reflexión y a partir de ahí podemos proceder de distintas maneras:

Intentamos hablar su dialecto (hablando la gente se entiende): -É amigo, guacho no t pongá la gorra guachin si vó y yo somo del palo guato. Vamo a fumarno un paco guacho, GUACHINN- Acompañamos nuestras palabras con un guiño de ojo cómplice. Lamento decir que esta prometedora maniobra no es recomendable ya que ahora el “amigo” no solo quiere robarnos sino también pegarnos 16 tiros en la cabeza. Automáticamente nos damos cuenta que llegó la hora de defender nuestro honor como hombres/mujeres/kriptonianos que somos… ¡Por favor no me mates te lo suplico tengo a mi mujer esperando en casa (mentira), soy simplemente una rata miserable en esta sociedad desvalorizada! No vale la pena que maches tu preciosa faca con mi sangre! Es muy importante que nuestra actuación sea más convincente que la de Facu Arana en Padre Coraje… aunque debo confesarles que esto tampoco suele tener éxito por el simple motivo que les chupa un huevo nuestra vida.
La manera mas madura y sensata de actuar es darle todo y retirarse con toda la calentura o bien hacerse el boludo y decir que ya nos afanaron unas cuadras atrás y que no tenemos nada para darle. Si se lo traga lo que hacemos es despedirnos cordialmente, alejarnos hasta alcanzar una distancia prudente y entonces…
-¡Bueena pelotudo tenía 100 mangos y el celular y no te diste cuenta infeliz!... uh encaró para acá la puta madre, me va a mataar corre boludoo-. Cual gacela saltando por su vida nos lanzamos a correr sin dirección alguna, lo único y fundamental es alejarse del individuo furioso que nos persigue.
La parte divertida es que generalmente deciden que no valemos la pena y se detienen para enfocarse en una nueva víctima y cuando eso sucede… -Dale cagón plantate, recatate si tenés huevos ¡GIL! ¿no te la bancas?¿soy demasiado para vos? ¡CAGÓN!…¡CAGOOOOOON!- Por supuesto que entonamos esta melodía al tiempo que retrocedemos con cautela porque en cualquier momento… sip, con los ojos inyectados en sangre y echando espuma por la boca el asaltante con aspiraciones de asesino reanuda la persecución y ahora no se detendrá hasta danzar sobre nuestro cadáver sin vida. Así que procuren que no los alcance :)

Chipi

domingo, 17 de agosto de 2008

Palabras más, palabras menos.-

En cuanto a este nuevo post, buscamos darle un nuevo giro al target de nuestro blog. En esta ocasión, nos ponemos un tanto reflexivos, y hasta podemos llegar a pasar por románticos o sensibles, en el mejor de los casos, y por homosexuales/afrancesados en lo que pensamos que va a ser la mayoría. Pero sin más preámbulo, les damos la bienvenida, esperamos que os guste, al nuevo post, que hemos decidido llamar: "Palabras más, palabras menos." Les agradeceríamos que dejen comentarios opinando acerca del nuevo rumbo que tomó el humilde espacio que poseemos en la net, para saber si les gusta, o si debemos volver a lo anterior, o si podemos seguir innovando. Muchas gracias y salute.

Allí estaban. Mirándose fijamente a los ojos, viendo solamente la expresión del alma. El mundo que los rodeaba ya no existía. Eran solo ellos dos. Los sonidos habían dejado de llegarles, las razones que alguna vez habían sido válidas estaban llenas de cuestionamientos. En ese momento todo su entrenamiento especial dejaba de tener validez, puesto que nada ni nadie los había preparado para una situación semejante.
Vestidos con harapos, malolientes y adoloridos, buscaban en sus mentes una explicación lógica a lo que ocurría, y en sus corazones una respuesta a esta aparición. Todavía no conseguían darle crédito a lo que sus ojos veían, y preferían atribuírselo al cansancio o a las alucinaciones provocadas por los hedores que emanaban de sus alrededores. Pero no. Esa era la realidad, y nada de lo que hiciesen podría cambiarla. Debían tomar una decisión: dejar de lado los sentimientos y los recuerdos y actuar como lo hubiese aprobado su entrenador; o dejarse llevar por la compasión y el remordimiento y actuar con clemencia. Ambos sabían que esta segunda opción era absurda, pero les gustaba ilusionarse con un común acuerdo. Estaban ya casi decididos a pactar, cuando su sentido común advirtióles que podía costarles muy caro.
Solo quedaba un camino, el de la frialdad. Dejar de lado todos los recuerdos, los momentos pasados que les resultaban gratificantes, puesto que no hacían más que dificultar las cosas.
Cada uno desenfundó su pistola, cada uno consciente de que era su última bala. Sabían que nadie se enteraría de lo que sucedería, ya que los cadáveres abundaban, las heridas también. Este era el horroroso saldo de una guerra, que ahora los proveía de cierta protección relativa. Nadie notaría que habían sido los últimos en permanecer con vida, y nadie sabría cómo habían actuado.
Calibraron sus armas y las levantaron a la altura del pecho al unísono, aún mirándose a los ojos. Pero ya no era desconcierto lo que en ellos se percibía, sino una extraña pero poderosa determinación; denotaban seguridad.
No se pronunció ningún discurso, ya que las formalidades no venían al caso. No hubo rendición o arrepentimiento, ya que nadie jamás lo sabría. Tan sólo un silencio cómplice, y miradas que decían más que mil palabras.
Simplemente se oyó la detonación de un arma a lo lejos –o lo que parecía un arma, pero en realidad eran dos disparadas al mismo tiempo-. Los dos cuerpos cayeron aparatosamente hacia adelante, interceptándose antes de llegar al suelo. Quedaron tendidos entre el polvo y la sangre, entrelazados en un espantoso abrazo.
La persona que los halló afirmó que habían sido dos muertes normales en un campo de batalla, donde los generales acababan con la vida de los generales, respetando así los rangos. Lo que nunca se supo fue que estos dos generales, mejores amigos de toda la vida que por una u otra razón habían quedado enfrentados en esta comprometedora situación, habían optado finalmente por la opción menos pensada. La de la lealtad y caballerosidad. Pero no lealtad a los ideales que defendían, ni a los protocolos de la guerra. Estos dos coroneles que habían debatido consigo mismo durante unos minutos, habían llegado a la misma conclusión: que no valía la pena morir o matar por simples conflictos humanos, si no que era preferible pasar al otro mundo con un recuerdo que nos engrandezca.
Así fue como las balas encontradas en los cuerpos y jamás analizadas, pertenecían cada una a la pistola del general que la portaba. Se habían suicidado en honor al recuerdo de su amistad.-

Renny

jueves, 19 de junio de 2008

Subte...pasajero o superhéroe...

Las puertas metálicas se cierran y ya no podemos escapar. Nos toca simplemente pensar en cómo soportar lo que vendrá. Tenemos varias posibilidades. Mirar fijamente a la pared y tratar de no respirar, aparentar estar escuchando música o acusar un mensajito en el celular. Algunos usan la frase cliché: “Qué loco que está el tiempo, ¿no?”, a lo que probablemente le respondan con un “Mh.. já já.. Ssse.”.

Como verán, no sólo no tengo imaginación para pensar otros temas a desarrollar, sino que tampoco me pienso dignar a crear otro principio que no haya sido utilizado anteriormente.

Retomando el comienzo, al escuchar la sirena y ver cómo el último respiro de aire puro se nos escapa por delante de nuestras maltratadas narices, sólo nos queda rogar por que se nos ocurra alguna escapatoria satisfactoria.
No es que se trate de alguna situación imposible de sobrellevar, pero si le quitásemos ese tinte melodramático, ¿ qué sería de nuestro post!

Una vez más, al cerrarse las puertas del subterráneo, tren eléctrico bajo tierra, monorraíl con rasgos de roedor, o como quieran llamarlo, nos encontramos en una inmensidad de redes que viajan por debajo de cientos de pies de la city porteña (si no sos porteños ni te gastes en leerlo porque sos re grasa). Todo lo que pase, haya pasado, o pueda llegar a pasar, queda ahí, muere, no sale, permanece enterrado para siempre.

Yendo a lo nuestro, a lo que quiero llegar con toda esta introducción totalmente innecesaria, es a brindar ciertos conejos, digo consejos, de los que ya los tenemos acostumbrados con mi compañero, para sobrellevar tan único momento.

Cuando las vías comienzan a correr debajo nuestro, y el vaivén comienza a hacerse sentir, es el momento de entrar en acción. A qué diablos se estará refiriendo este muchacho cuando habla de entrar en acción, te preguntarás mi querido lector; pues a ésta, digo a lo siguiente.

Tenemos varias cosas que hacer en ese antro subterráneo. Nuestro amplio abanico de posibilidades va desde intentar el típico hurto o “pickpocketing” para nuestro público más ilustrado. Consiste en abrir disimuladamente un paraguas (o sombrilla dependiendo del caso; es válida a partir de los 24 ºC de térmica). Valiéndose del disimulado camuflaje que este maniobrar nos proporciona, procedemos a extraer una navaja de nuestra media derecha y hacer un agujero en nuestra propia “umbrella” [¡gracias Rhiana!]. Este agujero nos permitirá llegar a los objetos de valor de nuestras víctimas sin ser notados. Total, ¿quién se va a fijar en una sombrilla, si puede ser de muchos colores mejor porque distrae, abierta en el vagón de un subte? Es de lo más común…

Nunca está demás el siempre presente y poco ponderado “apoye accidental”. La técnica es muy parecida a la que detalló Tinelli en su programa, pero hay que trasladarla del colectivo al subte, cosa que no muchos logran con efectividad. Aprovechando el traqueteo del transporte, comenzamos un sutil pero constante menear acercándonos cada vez más al objetivo. De ser posible que sea una persona del sexo opuesto, y siempre atacando desde la retaguardia, para evitar ser visto. De ser agarrado “in fraganti”, el modo de proceder es el siguiente: se mira al techo muy poco sospechosamente, y se comienza a silbar una melodía pegadiza. En el momento que logramos captar la atención de cierto número de personas circundantes, gritamos en voz audible para todos una palabra que suele causar cierto revuelo: “FUEGOOOOOOO”. Mientras cunde el pánico, que debería pasar en cuestión de segundos, tenemos que jalar del freno de emergencia, romper una ventana y saltar hacia la oscuridad de los túneles, haciéndonos amigos de los roedores que allí habitan y pasando a ser conocido como “El hombre rata, justiciero de las alcantarillas”.

Renny

viernes, 6 de junio de 2008

El ascensor

Las puertas metálicas se cierran y ya no podemos escapar. Nos toca simplemente pensar en cómo soportar lo que vendrá. Tenemos varias posibilidades. Mirar fijamente a la pared y tratar de no respirar, aparentar estar escuchando música o acusar un mensajito en el celular. Algunos usan la frase cliché: “Qué loco que está el tiempo, ¿no?”, a lo que probablemente le respondan con un “Mh.. já já.. Ssse.”.
La cuestión es que siempre es bastante incómodo internarse en el cubículo del ascensor acompañado por desconocidos, y recopilando diversas fuentes, hemos hecho un pequeño listado de los “tips” [que palabra glamorosa] para sobrellevar el terrible momento:
Podemos esperar al lado de la puerta hasta asegurarnos de que el ascensor no vendrá ya ocupado, y escabullirnos en la primera oportunidad que tengamos.
También cabe la posibilidad de comenzar a bailar escandalosamente al son de gritos como “¡Esta es la fusión, de cumbia y reggetón!”, lo que seguramente nos dejará en un instante con el recinto a nuestra entera disponibilidad.
Para los más audaces está la escalera, siempre y cuando nuestro estado físico nos lo permita, y arriesgándose a surcar todo tipo de ambientes infestados de basura o escalones a medio acabar.
Ni hablar del típico “¡Qué tonto que soy! Apagué la luz sin querer y cuando intentaba reencontrar el interruptor me encontré con una parte íntima de mi acompañante… [Miscuuuzzí (para vos Chipi)]. Si vamos a usar este método siempre conviene un chequeo previo para valorar si realmente vale o no la pena intentar tan atrevida maniobra.
Si lo que aman es el peligro, no deberían dejar de lado el típico “Chamuyo ascensoril”:
Chico iluso -Hola, ¿a qué piso vas… bommmboón?
Señorita asustada – Hola.
Se hace la tajante, pero todos sabemos que es para no parecer tan fácil.
Chico iluso –Bueno, parece que querés venir al mío.
Mirada insinuante
Señorita indignada – Salí, tarado. Antes que bajarme en tu piso me bajo en el sótano a llevar la basura.
Abre la puerta rápidamente y sus piernas se pierden en el pasillo. Nosotros apuntamos su número de departamento para un futuro ataque.
Si queremos aportar una actitud más amable, podemos ofrecerle un cigarrillo y fuego a nuestro querido asistente, para que nos lo nieguen acompañado con un “Acá no se puede fumar, inconsciente”.
Tal vez una mirada más infantil ayude a coactuar con el pasajero. Para eso, podemos dibujar un Ta-Te-Ti imaginario en las paredes, y para cuando nos demos vuelta, es muy probable que la persona ya haya desaparecido, o que nos despertemos 7 pisos más arriba acostados y con un intenso dolor en la nuca.
Para impresionar y entretener al desdichado viajante podemos también improvisar algunas acrobacias como ser malabares con sus artefactos, contorsionismo y trucos de magia que hagan “desaparecer” sus objetos, y de paso amortizamos las expensas.
Por qué no, también, exponer nuestras más diversas teorías sobre los temas más intrascendentes que se nos ocurran en el momento, aprovechando que la pobre víctima no podrá escapar hasta la próxima parada (siempre y cuando le permitamos descender), y nos sentiremos escuchados al menos una vez.
Y por último, y sólo como último recurso, al tiempo que atravesamos un momento crítico, y no se nos ocurre nada para salir al paso de tan desagradable situación, podemos pensar en algún artículo que se titule “Onda que” para un blog que se hace llamar “Chipi y Renny” y quedar bien con los queridos lectores y féminas del público [algo machista, pero cierto].

Renny

sábado, 31 de mayo de 2008

Chamullo en la playa

Son las 3 de la tarde. Estas en tu carpa disfrutando de tu segundo día de vacaciones en la playa, sino es que todavía te recuperas de un tremendo dolor de cabeza como resultado de la noche anterior. Acabas de comer los sanguchitos de jamón, queso y arena y, como estas solo o no querés jugar al truco, te pones a fichar a las vecinitas en traje de baño. Les reconozco que esta fue mi primera experiencia, ya que solía concurrir las playas pinamarenses durante la segunda quincena de febrero y mi noción de vecinita consistía en una vieja gorda con sombrero de paja que insistía en invitarme un licuado en el barcito, nunca supe porque.
En fin, una vez que la fichaste tomando sol y decidiste que está mejor que la de la carpa 17, tu cabeza se despierta y se deja llevar por los pensamientos impuros en donde se la ponés sobre una mesa de pool (los más reservados) o donde nos podemos imaginar cualquier cosa excepto un conejo inocente corriendo por verdes llanuras. Tu otra cabeza sin embargo, comienza a trabajar buscando la forma de atacar sin que se de cuenta que estas desesperado y que toda tu existencia se reduce a ese momento.Descartada la idea de decirle: -Che traje las cartas pokemon, ¿Te querés jugar una partida?- aprovechas que va a vaciar el mate en el tacho de basura (si lo vacía en la arena, buscate otra, esa no vale la pena por negra sucia) y agarrando lo primero que encontrás te adelantas para interceptarla. IMPORTANTE: Guarda cuando te pongas de pie y sientas que el traje de baño te queda extrañamente apretado, en ese caso es recomendable dejar pasar un rato y volver a intentar en otra ocasión ya más tranquilo.
Ya estamos cerca como para iniciar una conversación y la basura de todas las demás carpas generan un ambiente romántico inigualable. Siempre podemos comenzar con el: -Ay! yo te conozco de algún lado…-(ahora, no sean tan boludos de decir que la ubican del ciber porque ya perdieron toda oportunidad, lo mejor es decir que la conocen de una fiesta o algo así).Llegamos a un momento decisivo, depende de la respuesta que recibamos vamos a saber si tenemos alguna posibilidad o no.

Respuesta número 1:-Ni idea, soy judía-(tira la yerba y se va a paso lento para que veas lo que nunca vas a tener y cuando llega a su carpa le dice algo a su compañero/a al tiempo que te señala con una mueca de incredulidad en su rostro). Léase: no te tocaría ni con un palo. Lamento decir amigos que debemos retirarnos con la autoestima por el suelo y si nos hace sentir mejor putearla a ella y a toda su familia hasta que nos quedemos sin voz. No se descarta la posibilidad de arrojarle una bombucha (globo pequeño lleno de agua/pintura/ácidos irritantes) y/o ahogarla en la primera oportunidad que se presente.

Respuesta número 2:-…-Si no te contesta y te mira con cara de: ¿Quién mierda sos y por qué me estás hablando? O simplemente está protegiendo tus sentimientos, o valora el coraje que tuviste de acercarte, o es una arpía/forra maleducada. La única opción que queda es sacarle una foto por el celular para decirle a todos los que te quieran escuchar como te chamullaste a esa mina en el verano, y para los mas vengativos siempre se puede difundir el rumor que la flaca de la carpa 26 contrajo alguna enfermedad venérea (personalmente les recomiendo sífilis).

Respuesta número 3: -Siii puede ser, vos también me sonás de algún lado- Obvio que no pero es señal de que te tiene ganas. Ahí ya tenés el 50 por ciento del trabajo terminado, está interesada en vos, lo único que vos tenés que hacer es NO CAGARLA.

Nota de autor: Está claro que si esto actualmente funcionara yo estaría fornicando en el asiento trasero de un Renault 21 celeste en vez de estar escribiendo esto.

Chipi

lunes, 26 de mayo de 2008

Crónicas de una visita al dentista

Siempre queda lejos, lo que obliga a tomarse el bondi, taxi, subte o hacer dedo para llegar. Una vez que llegamos, 10 minutos tarde por que el tachero no sabia las calles, el subte nos dejaba a 5 cuadras o nos bajamos del colectivo 3 paradas antes por miedo a pasarnos, debemos enfrentarnos al siempre vigente enigma: “¿Dónde era?”.
Siempre pasa lo mismo, o sabemos el piso o recordamos vagamente el edificio, pero nunca coordinamos ambas informaciones.
Superado el tema haciendo el clásico “Ta-te-ti”, o preguntando a un salvador portero de la cuadra, nos adentramos en el edificio sintiendo desde la planta baja cómo el aroma característico del lugar va penetrando en nuestro ser: una mezcla de olor a látex, flúor, pasta de dientes, instrumentos metálicos, el perfume de la interminable secretaria, que atendió a nuestro abuelo, tío y madre, y los diferentes olores que se desprenden de la siempre abarrotada sala de espera, como pueden llegar a ser el aroma a revistas viejas y concentración humana.
Después de esperar un par de horas y estar totalmente aletargados debido al calor y la pasividad del lugar, llega nuestro tan poco deseado turno de ser atendidos. Entramos en el consultorio con la falsa sonrisa [que en instantes nada más va a recibir manos desconocidas] de ver al nunca extrañado doctor. Nos recostamos en el rígido sillón, recubierto de un gastado cuero y hecho especialmente para que el paciente se sienta incómodo e inhibido.
Lo verdaderamente detestable comienza al son del “Abra la boca” de quien va a ser nuestro torturador. Introduce sus temblorosas y arrugadas manos en nuestra preciada boca, que intenta cerrarse y arrancarle los dedos en la primera oportunidad que se nos presente. Por una u otra razón, esto nunca sucede, y el cirujano sale ileso luego del encuentro, totalmente inverso al paciente. Este sale dolorido, tanto de espalda por el fatídico sillón, como de cabeza gracias a la mezcla de olores y nervios. Nunca falta el dolor de dientes, acalambramiento de mandíbula o el labio dormido, sin contar la encía sangrando y la calurosa y efusiva despedida de quien nos acaba de hacer pasar unos momentos para el olvido, con su gastada frase que reza “Un gusto verlo nuevamente, lo espero el mes que viene, arregle un turno con mi secretaria”.
Luego de esforzarse en actuar amablemente una vez más para no agredir a la pobre empleada del odontólogo, salimos del tan poco glamoroso sitio jurando no volver nunca más, cambiar de especialista, buscar un lugar más accesible, pedir recomendaciones a amigos para no tener que regresar allí, o simplemente asesinar al médico.
Lo más triste es que a los pocos días en el peor de los casos, o en un par de años para los más suertudos que deben ahorrarse este martirio, todos estaremos volviendo a dicho lugar, a volver a sufrir una vez más todos los obstáculos con el mero objetivo de arreglar una simple caries, hacerse un puente, ponerse una coronita, que se te coloquen aparatos sin al menos consultarte o simplemente para el burocrático chequeo anual.
Mal que nos pese, hay que hacerlo. Yo lo clasificaría en la lista de “los males necesarios”.
Tal vez otros no compartan mi opinión, les agrade este tipo de salidas [¡masoquistas!], o tengan algún familiar que se dedique a dicha profesión. De ser así, lo lamento, pero es mi punto de vista. Quejas a “nomeimporta@hotmail.com

Renny

Por qué NO hay que poner casa

Les voy a presentar ahora algunas de las situaciones por las cuales no debemos bajo ninguna circunstancia, repito bajo ninguna circunstancia, prestar nuestro hogar para hacer una fiesta/reunión tranqui…guiño, guiño.
Gracias a tus buenos y fieles amigos, todo el mundo se enteró de que el viernes a la noche hay fiesta en tu casa con frases como “Fulano pone casa” o “el viernes te quemamos todo“ e incluso “vas a desear nunca haber nacido” que suelen implementarse el viernes a la tarde a la salida del trabajo/colegio. Como es lógico, durante toda la tarde y noche vas a recibir mensajes y/o llamadas de diferentes personas preguntando si pueden acudir a la susodicha fiesta. El criterio es totalmente a elección nuestra pero siempre intentamos que sean más mujeres que hombres o viceversa según tus gustos.
Ejemplo:

Iluso: ¿Che puedo llevar a unos amigos de rugby?
Vos: tuuuuuuuuuuu

Amiga/conocida: ¿Che pueden ir unas amigas?
Vos: ¿Son putas?
Amiga: Sii obvio.
Vos: arenales 2345 las espero.

Ehh fiesta en mi casa que divertidoo. Comienzan a llegar las primeras personas, se comienzan a formar lindos grupos, la gente se ríe, la está pasando bien, todo fluye. Epa! llegaron otros 20!, bueno no somos tantos. Bajamos a abrir: Ah que haces! sí todo bien,¿ trajeron más alcohol todavía?, bueno pasen pero no se maten que mis viejos llegan mañana. Ante esto la mayoría de las personas va a contestar: Si obvio no te preocupes que hoy no tomo. MENTIRA, ellos lo saben, vos lo sabés… pero por lo menos intentaste. En fin la fiesta sigue su curso y vos sentís que estás en control de la situación. Pero CARAMBA, llegaron otros 25, mmh se está complicando… debería hacer algo... Naaaaa. Pasen todos diviértanse. Mi gente linda, es muy importante NO PERDER el control de la llave, en manos de cualquier otro que te encontrás de golpe con 70 personas totalmente desconocidas que aunque no lo crean se te acercan y te dicen con su mejor cara de boludo: che mirá como prendo fuego la alfombra. Inmediatamente sacamos la picana eléctrica y le damos fuerte al cuello hasta que no distingue los colores. Después lo escondemos debajo de algún mueble y todo solucionado, por el momento.

Es en estas situaciones cuando nos empezamos a dar cuenta que las cosas se están yendo fuera de control.
Levantas la cabeza para descubrir tu amado living repleto de un mar de personas semi escavias y en eso se te acerca un pobre diablo: Eh amigo me vengo desde flores y no pude mear,¿no tenés idea donde esta el baño?
A lo que vos contestas: ¿Pero a vos quien mierda te invito?, tomatelas de mi casa antes de que te mande a flores de una patada en el orto! Duro pero eficaz.
A todo esto llama la colgada de tu abuela:

Abuela: nene ¿como andas?, nada llamaba para ver como estabas.
Vos: bien todo tranqui, creo que hoy no salgo.
Abuela curiosa: ¿Qué es todo el ruido que escucho?
Vos: Es que estoy viendo tel… ¡Flaco alejate de ese jarrón!
Abuela: ¿qué cosa?
Vos (ya hinchado las bolas): Nada que estaba viendo tele… ¡FLACO NO TE LO DIGO MÁS ALEJATE DE ESE PUTO JARRON!
Abuela enternecida: A bueno, ¿comiste algo? seguro que no, ahora voy para allá y te llevo algo para cenar y de paso te cuento como me fue en el médico.
Vos: No, en serio, no te hagas problema… ¡NO MEES AHÍ POR DIOS ANDÁ AL BAÑO! No serio está todo bien. Hablamos mañana.

¡Mierda! Te olvidaste de cerrar el cuarto de tus viejos. Rápidamente nos abrimos paso entre esa masa de cuerpos que apenas se pueden sostener en pie de lo destruidos que están (otra vez utilizaremos la picana pero también pueden usar alfileres o clavos oxidados). En el pasillo nos detenemos solo para exclamar: NO, EL GATO NO TIENE GANAS NI DE TOMAR LO QUE QUEDA DE ESA BOTELLA NI DE ANDAR EN PATINETA CON LOS OJOS TAPADOS, Dios con qué piensan estas personas?. Salvas a tu querida mascota de sus garras y lo dejas en libertad cuando hubo pasado el peligro. Llegamos a la puerta del cuarto de tus viejos, pero... mmh que raro, la puerta está cerrada, pero si yo no lo la cerré, te preguntas al tiempo que la abrís. Pero… que carajo…que están… Pero la puta madre ES EL CUARTO DE MIS VIEJOS, VAMOS LARGUEN Y VAYANSE A OTRO LADO.

Individuo re caliente: Eh que corta mambo que só.
Vos también re caliente: Si la que te parió infeliz, tomatelas.

Uy dió no doy mas, me voy a llorar al baño. La ingenuidad y el revuelo del momento te llevó a pensar que allí encontrarías paz, craso error, si lo pensáramos 2 segundos es el último lugar a donde querríamos ir estando encerrado con 70 adolescentes potencialmente ebrios.

Una vez en el baño se nos presenta esta situación:
Vos: ¡NO ME IMPORTA QUE NO HALLA PAPEL HIGÉNICO PELOTUDO NO TENÍAS POR QUÉ USAR LA TOALLA!
¿Y QUÉ CARAJO PASÓ CON EL PAPEL HIGÉNICO?
Respuesta que es mejor no conocer.
Para empeorar las cosas te encontrás con que el bidet está rebosando de la comida digerida de alguno de tus invitados. ¿Pero que clase de idiota elige vomitar en un bidet en vez de en un inodoro? Sobre gustos no hay nada escrito, dijo una vez un gran sabio que ahora no nombraré.

Listo esto ya es el colmo, voy a buscar el rifle a mi cuarto. Abrís la puerta de lo que antes era tu habitación y…
Los porreados de la fiesta: “WAZAAAAAAAA” (de la película Scarie Movie 1, gran film).
Vos también semi porreado: Pero la puta madre abran una ventana che
Los mismos porreados de la fiesta: eh vení armate un FÁZOO.

Ya resignado cerramos la puerta y nos dirigimos a la cocina recordando que no le pusiste candado a la heladera. Al pasar por el living nos encontramos a todo el mundo gritando al coro de: me la cojooo, y a Gime me la cojooo. Seguramente ignoremos quien es Gime pero no por eso deja de ser divertido). Nos detenemos a examinar lo que antes era una hermosa mesa ahora cubierta de una sustancia dura y pegajosa aun desconocida para el hombre y nos consolamos pensando, bah un poco de lavandina y listo. ¡PIBE BAJATE DE LA MESA!, NO VES QUE ES DE VIDRIO?
Pibe avergonzado: eh que amargo, no te pongás la gorra guato.
Vos (entre murmullos): sí, la gorra… cuando tenga un segundo te saco las bolas por el culo.

Como lo habías previsto te saquearon la heladera, no dejaron absolutamente nada, ni siquiera el sanguchito vencido de hace 3 meses, pero... se comieron el mendicrim?… pero si no hay pan... qué? La respuesta se encuentra a solo 2 metros de donde estás parado. En el piso hay una persona tirada moviéndose como si tuviera convulsiones, y a su lado descansa el pote de mendicrim ya vacío junto con una cuchara. Las cosas que hacen por un poco de atención, pero fue, si lo hace feliz… allá él.

Por increíble que parezca divisamos la última botella de tequila descansando sobre la mesada. Después de la noche que tuvimos, cualquiera de las siguientes opciones es buena:

A: Rompemos la botella contra el mármol y comenzamos a echar a las personas a fuerza de tajos y cortadas.
B: Buscamos las granadas de gas lacrimógeno que sabemos papá mantiene escondidas en el cajón del fondo y... echamos a todos a la mierda.
C: Llamamos a la policía quejándonos de una fiesta que hace mucho ruido en tu dirección (la mas cobarde pero la mas eficaz).
D: Agarramos la botella, la destapamos y le damos duro al tequila hasta que olvidemos nuestros nombres y nos unamos a nuestra propia fiesta. Al final estamos tan borrachos que mientras intentamos prender fuego nuestra propia almohada para ver si al pegar con ella duele más, no podemos evitar pensar: ¡Pobre idiota el que puso casa!

Chipi