domingo, 9 de noviembre de 2008

Entrevista de trabajo

El otro día en una clase de Educación para la Salud, si si, leyeron bien, Educación para la Salud es una materia y, como si esto fuera poco, la tengo abajo. En fin, retomando, en una clase de susodicha materia, la persona a la que vamos a llamar “maestra” para tenerle un poco de compasión, relataba la siguiente experiencia personal, muy apasionante por cierto:
El otro día, el feriado, me fui a donar sangre… (¡Pero qué manera de divertirte ché, que original! O debo decir, ¿masoquista?). Perdonen mis intromisiones, no quiero subjetivar el relato con apreciaciones propias, pero me supera.

Continuando con su relato

… y me hicieron las preguntas de rigor a ver si entraba en el rango de donantes ¡qué loco chicos, no?
Y en lugar de darnos los datos interesantes como podrían llegar a ser su edad, para ver lo cuán vaqueteada está, o si porta alguna enfermedad venérea, o si ha estado en la cárcel, o si ha tenido sexo, o si ha tenido sexo en la cárcel, por ejemplo, nos contó lo clásico, lo que ya todos sabemos.
¡Aburriiiiiiiiiiiido! Ustedes mis queridos amigos, se preguntarán a qué nos lleva todo esto. Pues simplemente me da pie, y me hizo recordar, la historia totalmente verídica que a continuación les voy a contar, procedente de una fuente absolutamente confiable que lamentablemente ya no lo tenemos entre nosotros:

Su querido escritor e interlocutor: Poncho, ¡pero qué bien se te ve! A propósito, ¿qué es esa cicatriz en forma de diente de tiburón que tenés en la pantorrilla izquierda?
Si, el muy grasa tenía pescadores.
Fuente absolutamente confiable:
No sabés Renny, el otro día fui a una entrevista de trabajo ahí en Villa Caraza, al fin una chance para conseguir laburo después de tanto, ¿no? Y bueno, ahora te cuento como me fue.
Yo, con cara de “para qué carajo le habré preguntado, ahora me tengo que comer sus delirios de grandeza porque lo contrataron de barrendero”: ¿Ah, si? Pero mirá que copado eh, por fin se te dio, no podía ser que un tipo tan capaz como vos estuviese sin trabajar, ¡es un desperdicio! (¡mentira mentira mentira mentira!).
Poncho:
Resulta que llegué a la oficina de un tipo que buscaba gente que me pasó un contacto, totalmente empilchado para la ocasión, pero me pasó algo rarísimo.
Renny: ¿Posta? ¡No te la creo! (Sí, pensaba que era todo verso, ¿y qué?)

Relato de Poncho:

Empleador: Y dígame señor Ramírez, ¿qué experiencia de trabajo previo tiene usted?
Señor Ramírez: Dígame Poncho, señor…
Nuevo señor Smith: Smith.
Señor Ramírez: Bueno mi querido señor Esmit (buena pronunciación el guacho) tengo varios trabajos previos de la mayor envergadura y trascendencia que se pueda imaginar, pero no quiero aburrirlo con tantos datos y trayectoria, así que ¿por qué no pasamos a lo que nos compete, y vamos al grano?
Sorprendido señor Smith: Como guste, ahora le voy a hacer las preguntas de rigor, no es para que se sienta incómodo ni mucho menos.
Poncho todo confiaaaaado: Shoot baby. ¿Ve? Aparte manejo el inglés como mi primera lengua.
Entrevistador: Señor Ramírez, ¿es usted donante de órganos?
Poncho: Nup.
Entrevistador de nuevo: ¿Tiene algún vicio reconocido, o por descubrir?
Poncho un tanto incómodo: Bueeee, quien no se va de putas una vez por semana no es hombre, ¿no?
Entrevistador aturdido por la honestidad:
Poncho sumamente intimidado: ¿¡No?!
Mr. Smith: Prosigamos por favor. ¿Familia?
El Poncho, nuevamente en su salsa: Bueno, así como quien dice familia familia, no. Pero a algunas de las chicas de los jueves a la noche en los bosques de Palermo les paso unos pesos para que mantengan al pibe, y alguna que otra vez he llevado al niño al cabarulo para iniciarlo, como todo padre debe hacer.
Mr. Anderson, quiero decir, Mr. Smith: ¿Grupo sanguíneo?
Señor Ramírez con la musiquita de fondo: ¡RH positivo!
Inquisidor: ¿Es usted sangre pura?
Ponchiño: Nno entiendo bien, ¿a qué se refiere?
El Maradona de la entrevista: No tiene importancia, ¿es usted hijo de muggles?
Ponchin: ¿Qué caraj...? Disculpe, ¿hijo de qué?
Dueño de la oficina: ¿Tatuajes?
El otra vez relajado Ramírez: Por fin una que entiendo. Hummm sí, tengo uno en la…
Desencajado preguntante: Mostrame la marca, ¿la sentiste últimamente? Creo que se está preparando, ¡el Innombrable va a volver!
Perplejo: ¿Marca de qué, man? Tengo el escudo de Laferrere en la clavícula, pero me alegro de que vuelva aquel temible goleador del ’79, “el Innombrable”. Lo único, ¿no estará un poco viejo?
El entrevistador, poniéndose de pie y sacando una varita de debajo de la túnica verde escarlata, invocando el nombre de Slytherin en lengua párcel: ¿Puedes invocar un Patronus Corpóreo? Porque es lo que necesitarás para salvarte. ¡Dementores, a él!
Wizard Poncho: ¡Nooo por favor! ¡Juro que yo no robé los caramelos que había en el escritorio cuando entré a esta oficina! ¿Pero qué es todo este frío, y esa sensación de vacío?, ¡es como si no tuviera alma!

Ahí terminó la vida de nuestra indirecta fuente. El relato nos llegó a través del Pensadero de Dumbledore, amablemente acercado al blog por un leedor ansioso por plasmar en palabras esta loca historia, que él no se sentía capaz de hacerlo y que consideró a nuestro espacio como el lugar indicado para hacerlo.

Renny

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja un poco aburrido al comienzo
o sera que estoy de malas, no se
pero muy lindo final
nano

Anónimo dijo...

Muy bueno che, faltaron un Sectumsempra y un Levicorpus pero, lo del tatuaje y el Patronus Corpóreo estuvo increíble. La verdad excelente. Tenes abajo Educacion para la Salud? Un abrazo chambones.
Mandruzche (EL CIUDADANO)

Anónimo dijo...

Esta historia es un encanto, de verdad te felicito. Segui asi. Me dispongo, en este preciso momento, a seguir leyendo más relatos atrapantes.
Un cariñoso saludo, desde la ciudad bonaerense de Coronel Suarez.